Informe sobre la realidad de las migraciones en Sudamérica

Buenos Aires, Noviembre de 2019 – La realidad migratoria en el ámbito de los países en que la Región N. Sra. Madre de los Migrantes, donde tenemos nuestra presencia misionera, está marcada en los últimos tres años por la emergencia de la masiva inmigración venezolana. En las décadas más recientes esos países han recibido principalmente una migración intra-regional de contingentes de migrantes bolivianos, paraguayos y peruanos, que fueron estabilizándose al largo de los años. En Argentina, por ejemplo, prácticamente no hubo cambiamientos en el stock migratorio de esos grupos desde 2010: paraguayos, 550.713; bolivianos, 345.272; peruanos, 157.514. Los inmigrantes peruanos en Chile han llegado a 223,923, concentrados sobretodo en Santiago. En Brasil, todavía hay una gran movilidad interna debido a las migraciones temporáneas que desplazan trabajadores por todo el país, así como una importante migración rural-urbana e inmigración hispano-americana en algunas regiones, sin embargo, percibiese también una estabilización en los grupos de migrantes. En principios de esa década, Brasil ha recibido una gran inmigración haitiana, que hoy divide con Chile los mayores contingentes de la región: Brasil con 67.226; Chile, 17.849. A pesar de algunos eventos de emergencia con haitianos en algunas fronteras, como el de 2018 en la frontera entre Bolivia y Brasil, Corumbá, se puede decir que también esos grupos se estabilizan. Hay que mencionar también los grupos de dominicanos, cubanos y africanos que vienen circulando por algunos países de la región, así como la problemática de la trata y tráfico de personas que sigue siendo una cuestión social grave en nuestros países.

Pero, desde el 2015, los países del continente se han visto desbordados por la llegada masiva, o el pasaje, de millares de migrantes venezolanos, que huyen de la profunda crisis social, política y económica por que pasa Venezuela. En los últimos cuatro años el volumen de ese desplazamiento ha crecido de forma exponencial. Según datos colectados por la OIM: en su total, en 2015 se ha registrado 695.551 emigrantes venezolanos; en julio de 2019, esa cifra llegó a 4.326.330. En América del Sur, pasamos de 86.964 en 2015, para 3.239.730, algo en torno a 75% del total. En los países en que actuamos, ese fenómeno ha significado un profundo cambio de escenario: en Perú, pasamos de 2.351 en 2015, para 853.429 en 2019; en Chile, de 8.001 en 2015, para 288.233 en 2019; en Argentina, de 12.856 en 2015, para 145 mil en 2019; en Brasil, de 3.425 en 2015, para 168.357 en 2019. Uruguay, al igual que Paraguay y Bolivia, ha recibido un contingente menor, pero que viene también marcando el cotidiano del país. Los números que registran los pasos fronterizos entre 2017 y 2018 señalan el tamaño de ese desbordamiento: en Cúcuta, un aumento de 89%; en Ramichaca (Ecuador), 250%; en Tumbes (Perú), 348%; en Santa Rosa (Chile), 125%; en Cristo Redentor (Argentina), 125%. Esas cifras explican los impactos de ese fenómeno sobre los rumos recientes de la gestión de las políticas migratorias. En el caso de Bolivia, el cierre de las fronteras chilenas con el crecimiento de la xenofobia en Perú, por ejemplo, se ha percibido en un aumento de la circulación de venezolanos que pasan por su territorio en busca de otros destinos, evidenciando una busca de caminos cada vez menos seguros.

Los números no dicen todo sobre el drama humano vivido por los venezolanos y sus familias, los que han partido y los que se quedaron. Los inúmeros testimonios colectados por la prensa, los órganos de pesquisa y los centros de atención y de acogida ayudan a imaginar el significado de esa inusitada migración forzada. Otro tanto hay que decirse sobre los impactos en el cotidiano de las sociedades que reciben esos migrantes, que generan reacciones de rechazo y medidas restrictivas en el campo de la gestión de las migraciones. El reciente cierre de las fronteras de Colombia, Chile, Ecuador y de Perú, con la exigencia de visas, por ejemplo, han provocado situaciones de crisis humanitaria en sus fronteras. Esa tendencia de cerramiento de las fronteras, de políticas restrictivas, de control policial de la población migrante (como el Decreto 70/2017 que modifica la Ley N° 25.871 en Argentina, que facilita la expulsión de extranjeros), es reforzada por la emergencia de gobernantes de derecha y extrema derecha en una buena parte de nuestros países. También en América Latina percibiese un retroceso en materia de respecto a los derechos de los migrantes.

P. Sidnei Marco Dornelas CS
CEMLA – Buenos Aires – Argentina