Emigrantes menores de edad, vulnerables y sin voz

El pasado 15 de enero la Iglesia celebró la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado; el tema que el Papa Francisco eligió para esta 103a Jornada fue “Emigrantes, menores de edad, vulnerables y sin voz”, que se centra en la situación de los niños migrantes y refugiados.

Esta Jornada tiene su origen en la circular “El dolor y la preocupación” que la Sagrada Congregación Consistorial mandó el 6 de diciembre de 1914 a los obispos italianos solicitando la institución de una Jornada anual de sensibilización sobre el fenómeno de la migración y la organización de una colecta en favor de las obras pastorales para los emigrantes italianos y la formación de los misioneros para emigración. Respondiendo a esta comunicación, el 21 de febrero de 1915, se llevó a cabo la primera Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado. 

El objetivo del Sumo Pontífice es hacer un “llamado a la conciencia” a cada persona adulta, en general, y a los gobernantes en particular “para que tengan en cuenta en sus decisiones políticas los sufrimientos de los niños en situación de riesgo” y pongan remedio cuanto antes a sus males. “Son principalmente ellos quienes más sufren las graves consecuencias de la emigración, casi siempre causada por la violencia, la miseria y las condiciones ambientales, factores a los que hay que añadir la globalización en sus aspectos negativos” puntualiza.

En su comunicado, recordó que la migración “no es un fenómeno limitado a algunas zonas del planeta, sino que afecta a todos los continentes y está adquiriendo cada vez más la dimensión de una dramática cuestión mundial”.

“Los niños constituyen el grupo más vulnerable entre los emigrantes, porque, mientras se asoman a la vida, son invisibles y no tienen voz: la precariedad los priva de documentos, ocultándolos a los ojos del mundo; la ausencia de adultos que los acompañen impide que su voz se alce y sea escuchada. De ese modo, los niños emigrantes acaban fácilmente en lo más bajo de la degradación humana, donde la ilegalidad y la violencia queman en un instante el futuro de muchos inocentes, mientras que la red de los abusos a los menores resulta difícil de romper”, indica el texto.

Además, pide que se adopten “ todas las medidas necesarias para que se asegure a los niños emigrantes protección y defensa, ya que ‘estos chicos y chicas terminan con frecuencia en la calle, abandonados a sí mismos y víctimas de explotadores sin escrúpulos que, más de una vez, los transforman en objeto de violencia física, moral y sexual’”

“La carrera desenfrenada hacia un enriquecimiento rápido y fácil lleva consigo el aumento de plagas monstruosas como el tráfico de niños, la explotación y el abuso de menores y, en general, la privación de los derechos propios de la niñez”.

En este sentido, instó a todos “a hacerse cargo de los niños que se encuentran desprotegidos por tres motivos: porque son menores, extranjeros e indefensos; que por diversas razones, son forzados a vivir lejos de su tierra natal y separados del afecto de su familia”.

Para concluir, refiriéndose a los niños, hizo un llamado a quienes en una u otra forma están involucrados en esta triste realidad migratoria: “ellos necesitan vuestra valiosa ayuda, y la Iglesia también os necesita y os apoya en el servicio generoso que prestáis. No os canséis de dar con audacia un buen testimonio del Evangelio, que os llama a reconocer y a acoger al Señor Jesús, presente en los más pequeños y vulnerables.”