Desde Guatemala, donde se debe a la visita canónica interrumpida debido a las disposiciones por la pandemia del coronavirus, el superior general de los misioneros scalabrinianos envió un mensaje a todos los miembros de la congregación sobre la difícil situación que estamos experimentando
Guatemala, 18 de marzo de 2020 – El 17 de marzo de 2020, el padre Leonir Chiarello, superior general de la congregación scalabriniana, envió un mensaje a todos los cohermanos para alentarlos durante este difícil momento de Cuaresma marcado en todo el mundo por la enfermedad y por las restricciones y limitaciones impuestas por el coronavirus.
El padre Chiarello se encuentra actualmente en Guatemala, donde, precisamente por las limitaciones impuestas por la emergencia del coronavirus, se interrumpió la visita canónica a la provincia scalabriniana de San Giovanni Battista, que comenzó en febrero y debía terminar en abril.
Junto a él también está el padre Mario Geremia, consejero general y responsable de la misión y coordinación de los asistentes religiosos y de los laicos. Debido al cierre de las fronteras, los dos misioneros deberán permanecer en Guatemala por dos semanas.
Migrantes, «sin hogar para quedarse en casa»
En el texto del mensaje, titulado «Todas las miserias humanas conmovieron su gran corazón», el pensamiento del superior general se dirige ante todo a las víctimas de la infección, «hagámoslas presentes en nuestra oración, que también debe incluir al personal médico y de salud que con tanta pasión y sacrificio se está dedicando aal cuidado de las victimas”.
Entre los que sufren particularmente esta emergencia, los migrantes y los refugiados deben ser recordados: obligados a moverse por razones de seguridad y trabajo, “se enfrentan a esta emergencia, pero a menudo sin tener un sistema de protección detrás de ellos y sin tener un hogar para quedarse en casa».
«Una oportunidad para fortalecer la vida fraterna»
Finalmente, el padre Chiarello se dirige a los cohermanos dispersos en todos los continentes, enviándolos a seguir lo que indican las autoridades competentes, una recomendación que el mismo Beato Scalabrini dirigió cuando el cólera amenazó a la diócesis de Piacenza en 1884.
«Sin embargo, la inmovilidad impuesta a los misioneros de la movilidad humana no debe dejarnos inmóviles en nuestro anhelo misionero –escribe el superior general- De hecho, es una oportunidad para aumentar nuestra creatividad pastoral, especialmente mediante el uso de medios modernos de comunicación. (…) Esta inmovilidad también puede ser una oportunidad para fortalecer nuestros lazos fraternos, para conocernos mejor, para redescubrir que la vida fraterna en común es realmente una fuente de serenidad, porque es una «comunidad de fe y culto».