Migrantes: profetas y constructores del hogar común

La reflexión del padre scalabriniano Alfredo Gonçalves con motivo de la 105° Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados (29 de septiembre de 2019)

Roma, 26 de septiembre de 2019 – Como en un espejo, el 105 ° Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, el 29 de septiembre de 2019, se puede ver en el contexto de los debates de la Asamblea General de la ONU, que registran diferencias y contradicciones en los discursos y posiciones de cada jefe de estado.

Por un lado, Donald Trump fortalece y predica el nacionalismo populista de la política adoptada por Estados Unidos, autorizada a participar en una guerra comercial con China. El presidente brasileño Jair Messias Bolsonaro lo sigue de cerca, insistiendo en el aislacionismo agresivo o el fantasma del socialismo, ambos obsoletos. Por otro lado, el secretario general de la ONU, António Guterres, defendiendo el multilateralismo, reitera que la diversidad es riqueza y no una amenaza.

Un escenario que nos involucra a todos

El Papa Francisco, en su mensaje habitual sobre la celebración del Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, este año con el tema No se trata solo de los migrantes, llama la atención sobre el contexto más amplio en el que ocurren los movimientos humanos en masa.

Las palabras del pontífice dejan en claro que la migración es solo la punta del iceberg de un escenario internacional que involucra a todos y a todo, especialmente a gobiernos, naciones e instituciones de la sociedad civil. Mientras marchan hacia la adversidad y sin horizontes definidos, los migrantes y los refugiados refutan la economía de la desigualdad para usar la frase acuñada en el libro de Thomas Piketty, o la economía que excluye, descarta y mata el refrán profético del Santo Padre.

El daño del populismo en la piel de los migrantes

Lo que es seguro es que el populismo nacionalista y exacerbado ha causado graves daños, incluso en países con largas tradiciones democráticas, y daños más graves en las democracias recientes y no consolidadas. Las peores consecuencias de esta nueva ola de nacionalismo, sin embargo, viven en la carne y el alma de las personas en éxodo.

Leyes cada vez más restrictivas, fronteras cerradas y militarizadas, la expulsión de personas indocumentadas, hostilidad y persecución, racismo y agresión xenófoba, mayores dificultades para los solicitantes de asilo, reducción del presupuesto para la recepción, asistencia e inclusión social: estas son algunas de las consecuencias perjudiciales para aquellos que sueñan con un futuro menos perverso.

Rechazados por su origen, que les niega una ciudadanía justa y digna, los migrantes y refugiados terminan siendo rechazados en los países de posibles destinos. Permanecen a la deriva, a veces literalmente, con la esperanza de encontrar un nuevo hogar.

Una solidaridad efectiva y confiable

El atractivo del mensaje pontificio busca encontrar respuestas y soluciones a esta enorme multitud de apátridas. En particular, advierte sobre la necesidad de revisar el concepto de caridad, no como la noción distorsionada de la limosna, que amplía la brecha entre ricos y pobres, sino como una solidaridad efectiva y confiable, que incluye a personas, instituciones y países.

Se trata de garantizar que el progreso tecnológico y el crecimiento económico conduzcan al desarrollo integral de toda la persona y de todas las personas, como lo recuerda la encíclica Populorum Progressio, publicada por el Papa Pablo VI en 1967. El derecho está en juego para ir y venir y esto corresponde al derecho a permanecer con dignidad y protección en el propio país.

Atención al último: criterio de nuestra salvación

Además, desde una perspectiva evangélica y solidaria, el mensaje del Santo Padre nos invita a poner el último en primer lugar. Como Jesús dijo e hizo: “llevar a los pobres y excluidos al centro, a los pequeños e indefensos, a los enfermos y a los marginados”. Por dos razones, primero: porque la última representa el criterio de salvación (Mt 25:40: «En verdad te digo que todo lo que le has hecho a uno de estos mis hermanos menores, me lo hiciste a mí»; Mt 25:35 : «Era un extraño y me acogiste»).

Segundo: porque los últimos son los profetas y los protagonistas del futuro y la construcción de nuestro hogar común. En las regiones de origen, denuncian las malas condiciones de trabajo y de vida; en los lugares de destino, indican la necesidad de nuevas relaciones humanas, ya sean nacionales, regionales o internacionales.

Alfredo J. Gonçalves, cs

Fuente: http://www.scalabriniani.org/c365-attualita/migranti-profeti-e-costruttori-della-casa-comune/