Cada año, en el Domingo del Mar, la Iglesia mundial dirige su mirada hacia los vastos océanos y los millones de hombres y mujeres que viven y trabajan en ellos. Este día es un importante recordatorio del papel esencial, aunque a menudo oculto, de los marineros en nuestro mundo interconectado. Su labor garantiza el flujo constante de bienes, sustenta las economías y apoya a las comunidades; sin embargo, sus sacrificios rara vez se reconocen y sus vidas permanecen en gran medida invisibles.
En la Red Internacional de Migración Scalabrini, nos solidarizamos con todos los marinos, muchos de los cuales sufren largas separaciones de sus seres queridos, duras condiciones laborales y vulnerabilidad a la explotación. Inspirados por la misión de San Juan Bautista Scalabrini, nos comprometemos a defender la dignidad y los derechos de quienes migran por trabajo, incluidos quienes navegan por los océanos. Su distancia física de la tierra nunca debe significar una distancia espiritual o moral de nuestra preocupación.
El Domingo del Mar es también un momento de gratitud y cuidado pastoral. A través de las capellanías scalabrinianas Stella Maris en puertos alrededor el mundo, acompañamos a los marinos con hospitalidad, asesoramiento, guía espiritual y apoyo. Ofrecemos un espacio atento y acogedor, signos de la cercanía de la Iglesia a quienes a menudo se sienten aislados y olvidados. Los capellanes y voluntarios scalabrinianos continúan esta misión de misericordia, garantizando que cada barco que atraca no solo traiga bienes, sino también historias, esperanzas y vidas que merecen respeto.
Invitamos a todas las comunidades católicas a celebrar el Domingo del Mar con oración y gestos concretos de solidaridad. Recordemos que cada objeto que usamos, cada producto que consumimos, puede llevar consigo el trabajo de un marino. Que nuestra conciencia nos impulse a la acción, y que nuestra fe nos recuerde que la dignidad de cada persona debe ser respetada, tanto en tierra como en el mar.