En Calais, al norte de Francia, la costa mira hacia Inglaterra: a solo 30 km del mar, una frontera que para muchas personas en movimiento es la más difícil de cruzar.
Entre alambradas y controles, cada noche, muchos jóvenes intentan cruzar la Manga, escondidos en camiones o en neumáticos pequeños, arriesgando sus vidas para alcanzar su objetivo.
En este lugar de espera y esperanza, ASCS – Agenzia Scalabriniana per la Cooperazione allo Sviluppo gestiona la Casa Effatà, que acoge a personas en tránsito que viven suspendidas entre el deseo de irse y la necesidad de detenerse, entre el miedo y la determinación. En la casa, un banco con la palabra Libertad escrita en varios idiomas, y en la mesa, un plato cocinado juntos.
En los últimos días, el padre Antonio Grasso, director de la Oficina de Desarrollo de SIMN Europa África, ha estado en Calais para conocer de cerca esta realidad y comprender cómo apoyar las actividades de acogida y acompañamiento que se realizan a diario en Casa Effata.